Madera, piedra, arcilla, cal, corcho, fibras vegetales, pinturas naturales, etc.
son considerados más saludables en la construcción de viviendas debido a su menor emisión de sustancias tóxicas, su capacidad para regular la humedad, su menor propensión a causar alergias y sensibilidades, y su biodegradabilidad.
Menos emisiones tóxicas:
Al estar hechos de materiales no tóxicos, como la madera, la arcilla y la cal, no emiten sustancias químicas tóxicas en el aire interior de los edificios. En cambio, los acabados sintéticos, como los adhesivos y los revestimientos de plástico, pueden liberar gases tóxicos como el formaldehído, el benceno y el tolueno, que pueden afectar negativamente la salud de las personas que habitan la edificación.
Menos alergias y sensibilidades:
Los acabados naturales son menos propensos a causar alergias y sensibilidades en comparación con los acabados sintéticos. Por ejemplo, la madera y la arcilla son materiales naturales que no contienen químicos nocivos ni alérgenos conocidos, mientras que algunos materiales sintéticos pueden contener aditivos que causan reacciones alérgicas. Personas con sensibilidad química, sufren estos tipos de acabados sintéticos, además de una excesiva exposición al electro-magnetismo u ondas de altas y bajas frecuencias (WIFI, antenas, 5G,..).
Mayor calidad del aire interior:
Los acabados naturales, como la arcilla y la cal, pueden ayudar a regular la humedad en el interior de los edificios, lo que puede mejorar la calidad del aire interior. Además, no emiten compuestos orgánicos volátiles (COV), que son químicos tóxicos que se liberan en el aire, que pueden afectar la calidad del aire interior, causar problemas respiratorios y otros problemas de salud.
Acabados naturales permiten que la casa “respire” conforme con las temperaturas, humedades y desplazamiento del aire, de su entorno natural.
Menor impacto ambiental:
Los acabados naturales son más sostenibles que los acabados sintéticos, ya que provienen de fuentes renovables y no dañan el medio ambiente durante su producción. Además, a menudo son biodegradables y no contaminan el agua o el suelo después de su uso.
En síntesis
son una opción más saludable y sostenible para la construcción, ya que no emiten sustancias tóxicas y son más amigables con el medio ambiente.
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